Fe y presencia social: las políticas identitarias de actores religiosos en Guatemala y Nicaragua

La presencia de actores sociales decididamente religiosos ha incrementado en las últimas décadas notablemente en Latinoamérica. Esto se observa no solo en el debate público de temas socio-morales, sino en la influencia ejercida de manera directa por actores religiosos sobre procesos políticos así como en la codificación religiosa de la comunicación política. Un claro ejemplo es el régimen político de izquierda populista en Nicaragua: el Sandinismo de Daniel Ortega se sirve abiertamente de expresiones religiosas, inclusive de impronta evangélica-pentecostal, para cooptar liderazgos religiosos de toda índole. En Guatemala, una de las Mega-Iglesias más exitosas proveniente del movimiento pentecostal - otrora considerado programáticamente apolítico - organiza desde hace tres períodos legislativos un Te-Deum pentecostal para la toma de posesión presidencial - de facto contando con la asistencia del presidente recién electo! Además se registra no solo la clara continuidad del crecimiento evangélico sino la simultánea revitalización de amplios sectores católicos así como del movimiento Maya. Cierran este cuadro nuestros hallazgos empíricos a nivel de las entrevistas y conversaciones con laicos de las distintas iglesias que muestran una clara relevancia de las convicciones religiosas no solo en la vida cotidiana: son referentes de orientación en el diseño de estrategias de la acción social y política.

En otras palabras, desde la perspectiva de las suposiciones sociológicas dominantes la situación centroamericana se ha desarrollado en diversos aspectos en un sentido inesperado. Tras las guerras civiles de la década de los ochentas y acompañando procesos de modernización tecnológica y democratización formal la manifestación pública de lo religioso se ha intensificado. Una religiosidad marcada se ha convertido en un operador de praxis social en muy diversos campos. Ha surgido una especie de religiosidad civil ? aunque de manera altamente disputada por las diversas corrientes cristianas católicas y protestantes, sobre todo evangélicas-pentecostales, y una religiosidad autóctona maya que cobra igualmente fuerza pública; todo esto dentro de un entramado mayor de vectores de fuerza políticos y económicos. Esta situación es de sumo interés empírico y teórico para la sociología de la religión, sobre todo en cuanto la interacción entre cooptación y oposición política, programática social y socio-moral, conflictos étnicos, posicionamiento institucional de las iglesias, convicciones y prácticas personales y oportunidades económicas. Una perspectiva de análisis de corte funcionalista que parte unilateralmente de compensación, integración, legitimación, (des-) secularización así como de una fijación apriorística de variables dependientes e independientes no podría hacerle justicia a semejante complejidad.

Por tanto adheridos a la sociología de la praxis de Bourdieu en el presente proyecto hemos hecho a los actores colectivos e individuales el punto de partida teórico y metodológico de la investigación, situando a estos a las disposiciones sociales, políticas y religiosas de su praxis en las dinámicas de poder tanto del campo religioso como del espacio social.

Al concebir la religión como una forma de lógica práctica, es posible captar empíricamente las condiciones y efectos de la praxis religiosa en relación mutua con otras formas de praxis así como dentro de la dinámica específica de la competencia religiosa. A este programa teórico-metodológico corresponden la triada de modelos del Análisis de Habitus. Central para el método es la aprehensión del procesamiento religioso de la experiencia en base al análisis cualitativo de entrevistas. La técnica de entrevista desarrollada especialmente para el Análisis de Habitus conserva una gran apertura frente al entrevistado que le permite articular.